La Ronda Popular de Duruelo de la Sierra
La Ronda Popular de Duruelo de la Sierra es sin duda una de las tradiciones más importantes de la localidad. Podemos disfrutar de ella el Martes de Carnaval y en la festividad de Santa Marina que tiene lugar el 18 de julio. En tan singular y querido evento hay 2 componentes esenciales: la rondalla y los mozos.
La Rondalla
Gracias a las guitarras, bandurrias y laudes de la rondalla, acompañados de los cánticos de sus miebros y del resto de asistentes, las calles se llenan de música. Este grupo está compuesto en la actualidad aproximadamente por una veintena de personas que aportan su habilidad tocando sus respectivos instrumentos. A lo largo del año son menos de la mitad los que viven en el pueblo, pero periódicamente, cuando consigue reunirse un buen número de ellos se juntan para ensayar. Asimismo, se congregan un par de días antes de salir a rondar para decidir el recorrido, el repertorio y dar el toque final a las cuartetas nuevas que se suelen componer.
Los mozos
A su vez los jóvenes del pueblo ponen el toque de algarabía. Participan aquellos que están solteros a partir de los 18 años. Estos siguen a la rondalla en su recorrido por el pueblo reunidos en torno a 2 importantes figuras como son los «Mayorales» y los «Motriles». Los primeros son sólo 2 que, elegidos cada año, se encargan de organizar la jornada de los mozos y la comida posterior a la ronda. Son, por así decirlo, los jefes de los mozos. Por otra parte, los «Motriles», son los chicos que ese año cumplen la mayoría de edad y quieren entrar a ser mozos, estos ejercen la tarea ayudantes. Ambos tienen el cometido de poner orden entre todos aquellos muchachos que, desafiantes y buscando la emoción, deciden salirse del trayecto intentando esquivar la represalia que esto conlleva. Para ello los «Mayorales» se ayudan de varas de avellano y de cintos de cuero los «Motriles». Todo aquel que ose romper la armonía del camino entrando y saliendo será vareado o castigado a golpe de correa, aunque ese riesgo es gran parte del encanto de tan original acto.
El origen
Los datos más antiguos encontrados, muestran que la tradición comienza en 1676 con la creación de los nuevos estatutos de una antigua cofradía, la de Santa Marina.
En 1770 empieza a ser fiesta local en el pueblo cuando una vecina de Duruelo cede una finca al Ayuntamiento (el prado de la Penilla) para pagar el vino de la cuba el día de la fiesta. Los hermanos ordenaron juntarse el día de la fiesta y después de su procesión y de la misa con la imagen de la Santa se haría una comida que se traía de casa de los hermanos y que se comía alrededor de la ermita.
Para pertenecer a esta cofradía el Abad era el que daba el visto bueno y se tenía que ser una persona honesta, virtuosa, de buenas costumbres y ser admitida por el 50% de los cofrades. Los oficiales de la cofradía (alcaldes y mayordomos) ofrecían un cuartal de pan y un cuartillo de vino como ofrenda en la misa y estaban encargados de traer el vino necesario para todos los hermanos en la fiesta, bajo penas si no hubiese vino para todos.
Ningún hermano debía ser osado en tener diferencias con ninguno, ni debía hablar mal, ni tratar mal de palabra a cualquier hermano, de lo contrario sufriría penas y castigos al igual que en la actualidad.
Todos los años, después de la comida y echada la bendición se nombraba oficiales para el próximo año con las sanciones a los hermanos que no quisieran aceptar el cargo mediante una justificación con el Abad.
Aunque se cree que viene de bastante antes, los conocimientos sobre las primeras apariciones de la rondalla con sus cánticos e instrumentos datan de principios de 1900.
Hoy en día, desde los más jóvenes a los más mayores recuerdan su celebración dándose de forma ininterrumpida incluso cuando este tipo de festejos no estaban permitidos durante el franquismo y en la convulsa Guerra Civil. Además, se ha rescatado la indumentaria que antaño portaban los Motriles (por aquel entonces Alcaldes) para recuperar más aún su esencia. Todo ello le otorga un arraigo muy especial.
Por su parte, las cuartetas tienen como germen las jotas aragonesas. Sus letras están llenas de picardía y humor y versan sobre acontecimientos y personajes de la localidad.

Seña de identidad del pueblo
Hoy en día, la Ronda es una fiesta con mucha historia y unas características que la hacen única en la región. Vecinos y visitantes la acompañan gustosos. Tan rico folclore hace ya tiempo que dejó el machísmo de lado con la participación de las mujeres en los cánticos y el acompañamiento con instrumentos en la rondalla. Es más, al igual que los varones, al finalizar el acto todas las mozas se reunen por su parte para realizar su particular comida de hermandad. Estamos pues ante una interesantísima muestra de patrimonio inmaterial que ha sabido sobrevivir y adaptarse al paso de los años. Por todo ello y porque todo el que viene de fuera a vivirlo se queda impresionado, merece un reconocimiento a la altura de tanta riqueza como es la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional.